Por: Tatyana Orozco, Presidente Arena del Río
Para nadie es un secreto que nuestra vida cambió durante el COVID. Nos preocupamos más por la salud, vivimos en aislamiento y muchas personas perdieron el empleo, pasaron hambre, hubo divorcios, que convirtieron la pandemia en un catalizador de crisis en salud mental.
La pandemia obligó a cancelar viajes, conciertos y público en torneos deportivos. El impacto no se hizo esperar. En el reporte anual de Pollstar, la industria global de conciertos registró pérdidas por $US 30.000 millones durante el 2020. En Colombia, el sector de actividades artísticas y de
recreación perdió 500 mil empleos, según el DANE.
Durante el tiempo que estuvimos aislados nos tocó aprender a hacer cosas distintas, incluyendo la forma de entretenernos. En el metaverso musical, Travis Scott realizó una gira en Fortnite y Justin Bieber en la virtualidad se convirtió en un avatar con un traje de captura de movimiento.
Sin embargo, las cifras que se han visto recientemente continúan impactando a los conocedores: La F1 de EE.UU. en 2021 fue la carrera más concurrida de la historia; la Confederación Europea de Voleibol agotó el Stârk Arena con la mayor asistencia en voleibol indoor; y el combate entre
Canelo Álvarez y Billy Joe Saunders tuvo la mayor asistencia en boxeo desde 1978. En Colombia, el 2022 parece un año prometedor para los eventos en vivo con soldout en tiempo récord de Dua Lipa, Coldplay y Bad Bunny.
Esta nueva realidad está cargada de ansias por vivir en condiciones similares a las del entretenimiento pre-pandemia que ha hecho que en Colombia el gasto de los turistas internos aumentara 21,6% en el 2021 con respecto al 2019, según el DANE.
La firma británica Sound Diplomacy habla sobre la importancia de incorporar la música en la recuperación de los efectos de la pandemia por su poder curativo en la salud mental, que permite aumentar la confianza y apoyar el desarrollo del comportamiento interpersonal. En momentos donde la salud mental está en los primeros lugares de preocupación mundial, se hace necesario fomentar políticas públicas que promuevan la cultura y el entretenimiento. Tiene razón Ernesto Ottone, de la UNESCO al decir “Hoy más que nunca, la gente necesita la cultura”.
Arena del Río, con capacidad para 53.000 personas en Barranquilla, busca ser un punto de encuentro del entretenimiento asequible para todos. Con una mayor capacidad de aforo, se podrá democratizar el valor de la boletería de los grandes espectáculos en el país y permitir que más personas puedan vivir experiencias memorables, con efectos positivos en su salud.